JUAN DIEPPA DIAZ - SANADOR

DON JUAN DIEPA DIAZ

Vida y “milagros” de un hombre sencillo.

o Nace en La Furnia, Caideros de Gáldar, el 28 de diciembre de 1925, tiene entonces 83 años.

o Se casa a los 18 años con María Dolores Díaz Ramos, también de Caideros y tienen como descendencia cinco hijos: Carmen, Antonio, Josefa, Serafina y Silveria, que les han dado a día de hoy, 19 nietos y 12 biznietos.

o Hace el servicio militar en Hoya Fría, Tenerife.

o Trabaja en el sostén de su familia como operario de pozos de agua, como agricultor, pastor de vacas y como tratante o marchante de ganado.

o Entre sus aficiones destaca como miembro del Grupo de Baile de Los Viejos de Gáldar con Maestro Ignacio Rodríguez.

o La cacería es su pasión con la que comparte momentos muy agradables con sus amigos. Cuenta que en una ocasión una persona notable y adinerada del pueblo de Gáldar le pagó durante dos semanas, 200 pesetas de las de antes por día más la comida con tal de que le acompañase en la cacería, por su reconocida destreza e intuición en el arte de la localización y captura de las presas de caza. Cuenta su hija mayor, Carmen, que si en su casa escaseaban los alimentos antes debían comer sus perros cazadores que ellos mismos.

o El destino le señaló en un día en que tomaba copas con un “fulano de Cuba” que le enseñó una forma de sanación consistente en unos rezos o “santiguados” a la vez que se repetían gestos con una rama y las hojas de una planta medicinal: la “Santa María”, “hierbamora” o “tomatillo del diablo”.

La necesidad y la casualidad le hacen poner en práctica este remedio en alguna persona de su entorno familiar, en sus vecinos, incluso en los animales a su cuidado. Mediante esta forma de sanar atendía igualmente las enfermedades de sus perros de cacería, de las cabras o de las vacas. Cuenta que compraba animales enfermos a bajo precio a los que luego daba sus cuidados y los revendía ya sanos con gran beneficio.

Su método de sanar consistía en la recomendación de algunas plantas medicinales según el caso tipo: cola caballo, cornical, orobal, altabaca, ruda, sándara, hierba huerto, pita sábila, etc., fruto de la experiencia acumulada durante años y el saber que recogió de sus mayores.

Obtenía muy buenos resultados en casos de “mal de ojo” o empachos de niños pequeños o mayores. Sin embargo, su mayor éxito ha sido en la cura de enfermedades de la piel: “sipela” o erisipela, “fuego salvaje” o herpes, úlceras en las piernas,…

Su fama trascendió a toda la isla de Gran Canaria, desde cualquier parte se desplazaban hasta su casa en El Palomar (Marmolejos), dónde se hacían colas de decenas de personas, hasta ochenta en alguna ocasión, para requerir sus servicios que eran pagados en especie con pequeños obsequios o con la “voluntad”.

Personas de toda condición social o cultural pidieron y obtuvieron su ayuda. Cuenta que un practicante muy conocido del pueblo le enviaba un coche a buscarle para que fuese a su domicilio durante días para que le fuera practicado su método de curación.

También tuvo dificultades con algún médico que le censuró por curanderismo, ¡por poner en riesgo la salud de las personas!, según él.

o Con todo, D. Juan Diepa ha sido una persona de un fuerte carácter, con una gran convicción y carisma humano; quería curar a las personas y sabía transmitirles fe y confianza en su curación,… Y así curaban: por la hierba “Santa María”, por los rezados, por las otras plantas medicinales, por sugestión,…. o porque así lo dispuso la Madre Naturaleza.